El verano es una oportunidad perfecta para avanzar en objetivos personales y profesionales que durante el año quedan relegados por la rutina. Aprender o perfeccionar el inglés es uno de esos propósitos que pueden marcar un antes y un después en el desarrollo académico y laboral de una persona. Aprovechar estos meses para reforzar el idioma puede convertirse en una inversión real y duradera.